sábado, 15 de noviembre de 2008

La crisis alimentaría como instrumento de la guerra.

LA CRISIS ALIMENTARÍA COMO INSTRUMENTO DE LA GUERRA.

El resultado de todo este proceso es la concentración de tierras, primero en pequeños y medianos poseedores, posterior mente la tendencia indica que la tierra de mejor aprovechamiento(recursos naturales y de explotación turística)se concentrará en latifundios, empresas, corporativos y hasta trasnacionales de capital nacional y de capital internacional o de ligas, fusiones, asociaciones o convenios entre ambos.
Así que, en el campo mexicano, tenemos un despoblamiento (migración a las ciudades y el extranjero, principalmente a Estados Unidos) y repoblación (traslado de trabajadores agrícolas, principalmente de indígenas que fueron despojados de sus tierras, a los nuevos latifundios y agroindustrias; y una destrucción (de la naturaleza, tierras, bosques, aire, agua, fauna; y de las relaciones comunitarias)y reconstrucción (sobre campos antes agrícolas se erigen campos de golf, centros comerciales, hoteles y parques de diversión )
Todo bajo un nuevo orden: el del mercado mundial capitalista..
Si no me equivoco, eso es precisamente lo que hace una guerra de conquista.
Es decir, conquista, destruye, despuebla, reconstruye, repuebla, reordena
(Subcomandante Insurgente Marcos: “Entre el árbol y el bosque” ).

Sergio Rodríguez Lascano
Las explicaciones que se han ofrecido sobre las crisis alimentarías son no tan sólo parciales, sino fundamentalmente hipócritas. Desde la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), pasando por los especialistas sobre la economía agraria, hasta llegar al inframundo de la inteligencia, es decir Felipe Calderón y su secretario de agricultura, todos han insultado la inteligencia de la humanidad. Según todos estos señores, las razones de la crisis alimentaría son las siguientes:
a. La incorporación de millones de chinos a las zonas urbanas, lo cual ha implicado una mayor demanda de granos .
b. El cambio de la dieta de una buena parte de los chinos, con la entrada de las cadenas de fast food a su país, lo que trae como consecuencia que el trigo ahora tenga más demanda en China.
c. El estallido de sequías en dos países que forman parte de los graneros del mundo: Ukrania y Australia.
d. La utilización de una buena parte de productos agrarios para la producción de agro combustibles, lo cual ha provocado una nueva revolución agraria, tanto en el campo de la técnica como en el de los ritmos productivos.
e. El incremento de los precios de la materias primas, en especial del petróleo.
f. Y, peor, cuando se achaca la crisis a la subida de los precios de los propios productos agrarios.
En todos estos casos, pero en especial en los tres últimos, de lo que estamos hablando es de los efectos de la crisis no de sus causas. La realidad es que, desde que el neoliberalismo-globalización capitalista entro a los procesos productivos y se instalo en la agricultura, una serie de producciones se han sucedido para hacer de la tierra, el territorio y sus productos parte esencial de la cadena productiva capitalista , que busca arrasar con cualquier forma de organización social y productiva más armónica y justa.
El problema que tiene toda explicación es que se analiza o se le describe como un problema económico y no como lo que realmente es: una herramienta más de la nueva guerra contra la humanidad.
Por lo tanto es indispensable tratar de discernir los elementos constitutivos de la actual crisis, comenzando por sus orígenes.
En la década de los sesenta, se dio inicio a lo que se conoció pomposamente como “la revolución verde”, como corolario de lo que la FAO bautizó como el World Plan for Agricultural Development. Las fundaciones Ford y Rockefeller, como financiadoras del proyecto, decidieron experimentar en México la utilización de una nueva tecnología agrícola, basa en técnicas de producción modernas, por medio de la llamada selección genética y la explotación intensiva permitida por el regadío y basada en la utilización masiva de fertilizantes.
La revolución verde fue presentada como la herramienta para resolver el problema del hambre.
Obviamente no lo resolvió ya que lo que realmente se buscaba era lastimar de manera fundamental las formas tradicionales de organización de los campesinos y los pueblos indios, terminar con los repartos agrarios, favorecer las divisiones internas al interior de los agricultores, fortalecer a los terratenientes, incrementar la dependencia hacia los paquetes tecnológicos de las trasnacionales, eliminar los cultivos tradicionales y las técnicas de cosecha tradicional, favorecer la dependencia de las trasnacionales frente a la imposibilidad de almacenaje y, fundamentalmente, una transformación ambiental que hizo que el suelo de cultivo fuera, a la larga, menos rentable, por su agotamiento ante lo acelerado del proceso productivo.
La implementación de ésta “revolución” se hizo, en el inicio, en dos países que tenían una fuerte organización campesina: México(fundamentalmente en el estado de Morelos) y la India. Después se extendió a Filipinas y a algunos países de África.
Ahora se pretende revitalizar mediante la entrada en escena de un nuevo promotor: la Fundación Bill y Melinda Gates, quienes han anunciado una nueva revolución verde para África con una inversión de 150 millones de dólares. Digo, tampoco se trata de invertir una gran cantidad de dinero, mas si comparamos esta cifra con las ventas anuales de una sola empresa, por ejemplo, Dupont, la cual obtuvo 27 mil 427 millones de dólares.
La solución a la crisis alimentaría no se ubica en el campo de una producción cada vez mayor de granos, de hecho en el 2007, se logra una producción récod de estos productos: 2 mil 300 millones de toneladas. Sin embargo, al inicio del 2008, se hace publica la crisis.






La crisis alimentaría, una crisis de sobre producción de mercancías

Al igual que ocurre en muchos sitios, la tragedia en ambos países no es que no haya suficiente comida, sino que la comida no llega a todos aquellos que la necesitan.
Incluso en estos momentos de escasez de comida, hay comida disponible en regiones y países vecinos, y si el gobierno invierte a tiempo se puede evitar las crisis alimentarías más graves. Pero, como se ha hecho evidente a lo largo de este último año, el mundo puede alcanzar un nuevo récod en la producción de grano, como ya ocurrió en 2007 (2,3 billones de toneladas), y aún así puede que haya gente que se empobrezca debido a la subida de precio de los alimentos. Los enormes beneficios que en 2007 han registrado las grandes compañías agropecuarias y los inversores en futuro sobre los alimentos muestran cómo la comida se ha convertido en una mercancía para la especulación y la obtención de réditos”.
(Salmali Guttal, “Crisis Alimentaría y Hambrunas: una perspectiva sobre el terreno”)
la crisis alimentaría es la evidencia de que el mercado está incapacitado para regular los procesos y cadenas productivas y, desde luego, todavía mas incapacitado para enfrentar los problemas de justicia. Recientemente, un alto ejecutivo de la FAO, José María Sumpsi, afirmó que la actual crisis no es otra cosa que simplemente un problema de oferta y de demanda, debido al aumento del consumo en países emergentes como India, China o Brasil. Sin embargo, es indispensable recordar que nunca antes había existido una producción de comida tan extensa en el mundo. Hoy, se produce tres veces más que en los años sesenta, mientras que la población mundial tan sólo se ha duplicado desde entonces.
Los alimentos no son productos de la naturaleza que son utilizados para satisfacer las necesidades humanas, hace mucho que no son simples valores de uso.
Los alimentos son mercancías que son vendidas en el mercado mundial por una serie de trasnacionales, ya sea en forma de granos o en forma de alimentos elaborados.
El problema, entonces, no es que haya escasez de estos productos, sino lo que hay es acaparamiento por parte de las grandes trasnacionales e incapacidad de compra por parte de los países pobres.
En la reciente reunión de la FAO, los diversos países ahí reunidos, con la excepción de algunos como cuba, se resignaban con la idea de que la ONU invierta una cierta cantidad de millones de dólares para comprar granos para los países pobres. La pregunta es lógica : ¿A quién le compra la ONU esos productos? ¿Quiénes son los que poseen esos granos? ¿Quién controla el mercado mundial de alimentos?
Según la FAO, el índice general de precios de los alimentos se incrementó 57.1 por cierto, entre marzo de 2007 y marzo del 200: los cereales se encarecieron 88.1 por ciento; los aceites y grasas, 106.5; los lácteos, 48.4: las carnes, 9.9; y el azúcar, 26.1 por ciento.
¿No serán las norteamericans Cargill, Monsanto y Dupont; la holandesa Bunge; la estadounidense-canadiense ADM; las suizas Syngenta o Nestlé; las francesas Dryfuss y Danone; o la italiana Parmalat; o la anglo-holandesa Unilever; o las grandes distribuidoras de alimentos como Wal-Mart, Tesco o Carrefour, las principales responsables del incremento de los precios?
Por su esencia misma, la crisis capitalista alimentaría es una crisis de sobreproducción de valores de cambio, es decir de mercancías. No se trata de que haya un exceso de productos, sino que existen un puñado de trasnacionales que controlan el mercado mundial y ellas son las que comercian con los alimentos.
Normalmente, en el caso de la agricultura, estas crisis se expresan en lo fundamental como resultado de una insuficiencia del poder de compra por parte de sectores importantes de la población mundial y ellas son las que comercian con los alimentos. Ahí, las crisis se expresan en el abismo que se abre entre un exceso de capacidad productiva y una insuficiente capacidad de consumo de la población.
Y esto se relaciona con la depreciación de la fuerza de trabajo en el ámbito mundial (caída de los salarios), con la caída de las prestaciones sociales, y con el proceso de eliminación de las viejas formas de autosuficiencia alimentaría de los pequeños campesinos o de las comunidades, por medio de la expropiación de tierras, terrenos y territorios en contra de los más pobres.
Explotación y despojo son los dos vectores que explican la actual crisis.
Muchos analistas han señalado que los niveles de acumulación y ganancias de las grandes trasnacionales agrícolas son los más elevados que nunca, y esto es verdad. Y contradictoriamente, esto explica la crisis. Ya que como decía Carlos Marx: “la crisis se presenta justo cuando se está en el mejor momento para el capital” y agregaba inmediatamente, que el capital se acumula, también, mediante la crisis,; en tanto se da una lucha entre los capitalistas individuales por endosarse las pérdidas, y la suerte de ellos dependerá del “poder y de la astucia”. La salida de algunos capitalistas y el aniquilamiento de sus capitales dejan la producción y el mercado otros capitalistas.
No sólo es una crisis del capital y de los capitalistas, también es una crisis del trabajo y de los trabajadores. En este caso inicialmente, del campo, pero también de la ciudad. La crisis deja inactiva a una parte de los trabajadores agrícolas y, con ello, los presiona para que acepten otras condiciones salariales, como rebajas en los salarios o en las prestaciones, regresando sus salarios promedio a periodos pasados. Lo ganado en la época de prosperidad se pierde en la crisis.
Un buen ejemplo al respecto lo podemos ver en la caída, durante este año, de las remesas de los trabajadores agrícolas que se encuentran en los estados unidos. En el primer trimestre del año, esta caída ya ere del 7 por ciento , pero se calcula que al final del año podría llegar hasta un 20 por ciento.
Pero la crisis es también destrucción del capital, como un castigo al exceso de productividad y de producción. Y aquí se ubica el aspecto que juega a favor de los capitalistas más poderosos. Las pequeñas empresas agrícolas, las pocas que quedan, pero incluso algunas de las grandes, se verán impelidas o hacia su desaparición o hacia su absorción por una mas grande. La crisis es utilizada por los grandes capitales como mecanismo de saneamiento. Al final de la tormenta, los que quedan no solo son los más fuertes, sino también los más implacables.
Pero la crisis alimentaría es, antes que nada, una crisis agrícola como parte de una guerra global en contra de los pueblos indios o nativos y los campesinos, sus organizaciones, sus culturas, sus idiomas… su vida. El biopoder de las trasnacionales busca hacer realidad el sueño de los viejos tecnócratas de reducir al mínimo los asentamientos rurales. De reestructurar la producción agraria, sustituyendo la vieja forma productiva (en aquellos lugares donde todavía no se hace) por una nueva forma, en la que se remplaza una buena parte del trabajo vivo por el trabajo muerto, por medio de un proceso de tecnificación agrícola, con la ocupación de esos territorios por las trasnacionales y con el exterminio de los pueblos más pobres que, además, casi siempre son los que se resisten a abandonar su tierra, y a sembrar y cosechar de la manera en que las grande trasnacionales quieren.
En ese sentido, esta crisis es la declaración de guerra formal en contra de los pueblos indios, nativos, y en contra de los auténticos campesinos. Van por sus tierras y territorios … van por su vida.
Según el propio banco mundial, se calcula que la cifra de 850 millones de personas que hoy padecen hambre en el mundo, aumentará en los próximos años hasta 950. Y ese incremento repercutirá fundamentalmente en contra de la niñez. Según la Organización de las Naciones Unidas, cada año mueren por hambre un poco más de 6 millones de niños . se calcula que con esta crisis esta cifra puede llegar hasta los 11 millones. Si esto es verdad, en seis años morirán de hambre 66 millones de niños. En la misma cantidad de años, durante la segunda guerra mundial, murieron 60 millones de seres humanos.
Pero, además, en esta crisis no solamente morirán niños, entonces, la cantidad de personas que morirán de hambre puede duplicar esa cifra. Se trata de una guerra llevada a cabo no con aviones, tanques, cañones y ametralladoras, sino por medio del mercado, las mercancías, los precios.
Los asesinos no son la Luftwaffe alemana, o la Royal Air Force (la fuerza aérea de su majestad) o los marines, sino el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, Monsanto, Carril, Nestlé, Dupont, Parmalat, o Wal Mart , Carrefour. Y, desde luego, con la participación de la FAO como tapadera, como la cara amable de la masacre.
El negocio es redondo: con el dinero del mundo, la FAO compra granos a las trasnacionales para “regalárselos” a los países pobres. El director general de la FAO, Jacques Diouf, anunció, durante la reciente cumbre mundial de la FAO, que algunos países se comprometieron a donar un total de 8 mil 500 millones de dólares para la lucha contra el hambre en el mundo. Al mismo tiempo, varias organizaciones no gubernamentales denunciaron, durante dicha cumbre, que los países ricos del mundo: Estados Unidos, Japón y los agrupados en la Unión Europea dedicaron más de 100 mil millones de dólares, en 2006, a subsidiar a sus campesinos , lo que distorsiona el mercado y resta oportunidades a los agricultores de los Estados más pobres.
Los que argumentan que la crisis se debe a la utilización de los productos agrícolas como agrocombustibles, tienen parcialmente razón. Indudablemente que la decisión de utilizar el maíz, la caña de azúcar y la palma africana para la producción de etanol y diesel, no tan sólo ha generado un incremento de los precios- en especial del maíz dedicado a la alimentación de los seres humanos- sino que, en la práctica, la caída de los costos de producción y la ansiedad de la demanda van a lograr que cada vez más gene siembre este tipo de productos. El alimento de los seres humanos será sustituido por el alimento para los automóviles.
Aquí es donde el presidente de Brasil. Luis Inacio da Silva, Lula, obra con hipocresía: él critica a los Estados Unidos por producir maíz para su conversión en gasolina, y se justifica diciendo que la caña de azúcar no es un alimento de primera necesidad, más si tomamos en consideración la existencia de muchos sustitutos. Pero, el problema de Brasil se ubica en otro lado. La producción de caña de azúcar en ese país está minando progresivamente a la selva amazónica y, cada vez más, una buena parte de las cosechas serán de caña de azúcar, en lugar de granos o de oleaginosas o de verduras, en tanto los niveles de ganancias no tendrán comparación.
México las relaciones pavlovianas de Calderón
Parece que se va haciendo costumbre que Calderón se enfrente a los problemas con una técnica aprendida en el ITAM, que reza lo siguiente: cada vez que hay una crisis, no o revises tu teoría sino insiste en tus pendejadas.
De esa manera, para enfrentar la crisis alimentaría, sus puntos centrales : garantizar a las grandes trasnacionales que se les van a comprar los productos agrícolas y , más aún, que se les va a quitar las pocas cargas impositivas que todavía existen. Entonces, para enfrentar crisis propone aumentar la dependencia alimentaría hacia las trasnacionales.
Liberación y apertura total del mercado nacional a la importación de maíz, arroz, trigo, sorgo y pasta de soya. Reducción del 50 por ciento del impuesto a las compras externas de leche en polvo, y adquisiciones de frijoles libres de arancel. Y, desde luego, para que quede claro que el pequeño panista posee una conciencia social, se incrementará en 120 pesos la ayuda que otorga Oportunidades a las familias más pobres, para pasar de 535 pesos a 655 pesos al mes, es decir, cuatro pesos diarios más para enfrentar la crisis…
Desde luego habría otro camino, pero esto requeriría de un estadista y no hay nada más alejado a este señor que eso.
La crisis podría ser aprovechada para revertir la situación agraria, invirtiendo en el campo para volver a producir la mayoría de los productos que aquí se consumen. Sabiendo, como es lógico, que el arroz vietnamita, es más barato que el de Campeche; que el frijol de Estados Unidos es más barato que el de México (nuestro país tiene un estimado de producción de frijol de 1.3 millones de toneladas para este año pero importan entre 40 mil y 60 mil toneladas); que el maíz norteamericano es más barato que el mexicano (nuestro país importa 8 millones de toneladas al año).
La visión de la clase política en su conjunto, lo que los tres partidos principales comparten, es que no hay otro modelo de producción agraria y de organización agrícola. Por eso, todos dan como un hecho inamovible las modificaciones salinistas al Artículo 27 constitucional, y lo que ha sido el proceso de entrega de la tierra.
Recuperar la vieja forma de organización agrícola de México sería la precondición para poder hablar de una verdadera estrategia de autosuficiencia alimentaría. Lo que sucede es que, en el marco de la nueva división internacional del trabajo, el papel de países como el nuestro es exportar mano de obra barata e importar los productos agrarios e industriales. Eso ya no tiene nada que ver con los viejos modelos colonizadores, donde supuestamente los países de tercer mundo eran exportadores de materias primas, en especial de granos, verduras y frutas. Ahora, lo que se “exporta” son capitales:
a. En forma de regalías de las empresas multinacionales que regresan a su país de origen.
b. En forma de fuga de capitales.
c. En forma de pago de intereses por deudas externas o “internas” que realmente son externas.
d. En forma de subvenciones al capital privado por medio de mecanismos fraudulentos como lo que fue el Fobaproa y ahora el IPAB.
Los efectos de esta crisis los podemos ubicar de manera fundamental en los siguientes aspectos:
1. La impresionante migración que se ha dado en los últimos años, no es sino el reflejo de la llegada arrasadora del mercado a la tierra. Si en 1994 había 2.8 millones de mexicanos trabajando sin papeles en los Estados Unidos, en el 2007, había 9 millones. Es decir, desde que se puso en el mercado. Es decir, desde que se puso en el mercado a la tierra, en lugar de a sus productos , han salido de México hacia los Estados Unidos 6.2 millones de campesinos. Además, en 14 años se perdieron 1.4 millones de hogares agrícolas.
2. Desde luego, los años transcurridos desde la entrada en vigor del TLC se han encargado de evidenciar que no es posible la igualdad entre desiguales. 20 mil dólares anuales recibe un productor agrícola en los Estados Unidos como subsidio; 700 dólares, en el mejor de los casos, recibe un campesino mexicano. Esto es lo que explica que los precios de los productos agrarios del vecino del norte sean mucho más bajos. Así por ejemplo, mientras en México el precio del frijol es de 6 pesos el kilogramo, Estados Unidos lo vende a 3.30 pesos. Los 500 mil mexicanos productores de frijol no pueden competir con esos precios.
3. La crisis no sólo afectara a las organizaciones indígenas y campesinas, sino también a los trabajadores, a los trabajadores subempleados y a los desempleados. Dice José Luís Calva: “En México, han aparecido ya los primeros signos de una emergencia alimentaría. En primer lugar, la relación salarios/precios de los alimentos se ha deteriorado: entre la primera quincena de abril del 2007 e igual periodo de 2008, los precios de los alimentos crecieron 8.3 por ciento, pero los salarios mínimos sólo crecieron 4 por ciento y los contractuales 4.1 por ciento (los aceites se encarecieron un 41 por ciento; el pan blanco, 16; el huevo, 24; etcétera). En segundo lugar, el valor de la importaciones de alimentos- que había saltado de 2 mil 755.7 mdd anuales en el trienio 1980- 1982 a 14 mil 325.3 mdd en el trienio 2004-2006- brincó a 19 mil 325.3 mdd en 2007 saltó a 3 mil 755.8 mdd en igual periodo de 2008”.
4. El resultado de todo esto ya es evidente. Mientras que, en 1992, los mexicanos consumían 20 kilos de frijol al año per cápita, hoy solamente consume 11. Y el mismo ignorante de Alberto Cárdenas, tuvo que reconocer que el consumo per cápita tiende a disminuir y, en la última década, cada mexicano deja de comer 450 gramos del alimento. Igual ha sucedido en el terreno de la producción: así, en el trienio 2005-2007, la producción per cápita de los 8 principales granos resulto 10.2 por ciento menor que la del trienio 1980-1982; la producción de carnes rojas resulto 25. 9 por ciento menor.
5. Las importaciones de granos básicos(maíz, trigo, frijol, y arroz)representaron 30.9 por ciento del consumo nacional durante el trienio 2005-2007; las de oleaginosas (soya, cártamo, ajonjolí y semilla de algodón), el 93.2; las de carne de cerdo y res, 26.6 por ciento; y la importaciones agroalimentarias globales ascendieron a 19 mil 325.3 millones de dólares en 2007.
En el curso del debate petrolero, algunos exaltados han dicho que el petróleo no es simplemente un producto, sino es el símbolo de la identidad nacional. El petróleo es un recurso natural que se convierte en mercancía una vez que es sacado de la tierra, que puede ser bien o mal usado. Que puede ser palanca de un desarrollo autónomo o puede ser dilapidado. Pero ¿identidad nacional un bien no renovable, que se va agotar un día? Se trata de un nuevo misterio, de una nueva satisfacción, de una nueva fetichización de la mercancía.
La identidad nacional es un poco más que eso. Tiene que ver con los pueblos, comunidades, relatos, cuentos, canciones, y corridos, es decir con seres humanos que han hecho hazañas como la expropiación petrolera, que ahora quieren ser banalizadas con supuestas segundas expropiaciones, que son más de lo mismo.
En cambio la crisis alimentaría representa la oportunidad que el capital ha estado trabajando para lograr el proceso del que el Subcomandante Insurgente Marcos ha hablado; DESTRIUCCIÓN,/DESPOBLAMIENTO por un lado, y la RECONSTRUCCIÓN / REORDENAMIENTO por el otro. La IV guerra mundial. Una guerra total, cuyo objetivo es la humanidad, en particular, el pueblo pobre. Ése que si le da una identidad a una nación como México.
Desde luego, la contrarrevolución nunca camina sola, en un dulce paseo: a su lado siempre va la otra posibilidad, el otro camino, la otra política. La tierra y la lucha por ella siempre ha sido la madre de las insubordinaciones, revueltas, rebeliones y revoluciones.
Y entonces, sólo entonces, será posible reorganizar la relación entre el campo y la ciudad siempre tan desfavorable para el primero. Y, entonces, será posible lograr lo que planteó Carlos Marx hace muchos años, cuando dijo: “Sólo cuando la producción se halle bajo el control real de la sociedad, ésta crea l relación entre el volumen del tiempo de trabajo social aplicando a la producción de determinados artículos, y el volumen de la necesidad social que ese artículo debe satisfacer”. (Kartl Marx, El Capital, Libro III Cap. X.).

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